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Mis 3 entrevistas de trabajo más surrealistas.


Probablemente haya estado más tiempo en el lado de la mesa de contratación que en el lado del aspirante al puesto de trabajo, y aunque en este blog siempre me he encargado de publicar consejos tanto para el entrevistador como para el aspirante, suelo recordar que una entrevista de trabajo debería surgir de la forma más natural posible, y no en forma de análisis o interrogatorio. De lo contrario, pueden surgir situaciones incómodas e incluso surrealistas como las que he llegado a vivir en propia persona.

Mi primera entrevista de trabajo.
Realmente no llegó a ser una entrevista de trabajo. Con 18 años recién cumplidos y sin saber lo que quería hacer en el corto plazo, decidí buscar trabajo. Un amigo me dijo que llevara mi currículum a el Corte Inglés, por lo que eso hice.
Preparé mi curriculum y fue al centro. Pregunté a la chica de recepción cómo y dónde podía dejar el curriculum para trabajar allí. La chica, amablemente me indicó la oficina donde debía dirigirme. Una vez entré, en la oficina no había nadie.
Se abrió una puerta y entró un señor muy trajeado y muy serio, el cuál me dijo: «Dígame, qué quería». Yo únicamente le respondí: «Me han dicho que deje el curriculum aquí, en esta oficina». Para mi asombro, este señor me preguntó con muy mala cara: «¿Qué quiere decir con que le han dicho que deje el currículum aquí?». Tras pensar durante 5 segundos qué parte podría no haber entendido tanto yo como él, finalmente le respondí con la evidencia: «Pues que he preguntado a la chica de recepción dónde podía dejar el currículum y me ha dicho que lo deje aquí».
Inexplicablemente este señor, de muy mala gana y malos modales me explicó el proceso para dejar el currículum, donde al parecer había que entregarlo entre las 10 y las 11 de la mañana (había una hora de margen) y yo había llegado 9 minutos fuera de ese horario, pero no me sentó muy bien cómo acabó la explicación de este energúmeno trajeado: «….así que váyase y vuelva otro día dentro del horario. Buenos días».
En aquella época yo tenía un carácter de «ni me pinches ni te pases», y vi fuera de lugar el quedarme callado y no responder, por lo que mientras rompía el curriculum le dije: «Usted debe ser muy bueno en algo que desconozco, porque seguro que no le han contratado por simpático».
Aquel día me prometí a mí mismo que si el Corte Inglés fuera la última empresa que quedara abierta en España y mi situación económica dependiera de ellos, preferiría atracarles antes que trabajar para ellos.
La visión que hoy día tengo sobre esta empresa, sólo ha empeorado en todos los aspectos. Por aquello de las vueltas que da la vida en el mundo de los negocios, en más de una ocasión hemos recibido la visita de esta empresa, donde enviaban a «negociadores» cuyos alardes de grandeza estaban por encima de su capacidad competitiva, y personalmente me encargué de que las negociaciones no salieran adelante, y no por lo que me ocurrió, sino por la forma que tienen de hundir un negocio en el momento que entran.
2. Mi segunda entrevista de trabajo.
Tras mi intento fallido de entrar a trabajar en el Corte Inglés, a las dos semanas comencé a trabajar de comercial en una empresa editorial, la cual fue la mejor universidad que tuve en el mundo de las ventas y dirección de equipos comerciales, y donde se ascendía por méritos propios. La empresa quebró 3 años más tarde. Después de aquello estuve 3 meses sin buscar trabajo, y fue cuando comencé a aprender de inversión en bolsa, e incluso donde gané bastante dinero invirtiendo. Fue una buena época. Asistí a una entrevista de trabajo para un puesto de comercial «raso», pues tenían un producto muy vendible.
En aquella entrevista creo que cometí un grave error, que fue ir demasiado elegante. Traje cromado, gemelos y un elegante abrigo. Claro que mi error no fue nada comparado con la cantidad de errores que cometió la mujer que me iba a entrevistar.
Como todos sabemos, hay que estrechar la mano con firmeza y seguridad. Aquella mujer me dio la mano de una forma que no sabía si darle la mano o besársela. Es de mala educación sentarse sin que te lo pidan, pero tuve que hacerlo ya que ella se sentó primero y no parecía que en algún momento del futuro cercano me fuera a invitar para que me sentara.
Gran cantidad de preguntas cerradas, donde sólo tenía lugar una respuesta monosilábica:
Entrevistadora: ¿Dices que has dirigido a personas?
Yo: Sï
Entrevistadora: ¿Cuántas personas dirigías?
Yo: 5 el segundo año y 23 el último año.
Voz cada vez más temblorosa en la entrevistadora que no dejaba de mirarme los gemelos y las manos y rara vez me miraba a los ojos, mientras por momentos seguía revisando el curriculum, y al llegar a la parte de «Trofeo al mejor jefe de grupo a nivel nacional», me preguntó: «¿Tú para qué vacante venías a la entrevista?».
Me llamó la atención la pregunta, y me ví obligado a preguntar con una sonrisa (por si de paso le alegrábamos el día a esta mujer): «¿Qué otras vacantes tenéis?». Por algún motivo aquella pregunta no le sentó bien. Se lo noté en sus gestos. Eso sí, la pregunta final casi me mata, ya que tras hacerme otro repaso visual, me preguntó: «¿Pero tú de verdad estás buscando trabajo?». Tuve que contenerme para no contestar con esa ironía que por momentos me define para decirle algo así como: «Qué va, estaba aburrido paseando por la calle y me he dicho de ir a una entrevista de trabajo para matar el tiempo».
Tras una incómoda entrevista (probablemente más incómoda para ella que para mí), llegaron las palabras típicas: «Como seguimos entrevistando personas, a finales de la semana que viene llamaremos a los seleccionados».
Supe que ya estaba descartado, entre otras cosas porque esa mujer no había averiguado absolutamente nada de mí. No hizo ni una sola pregunta útil a la hora de contratar a una persona, además de que mostró durante toda la entrevista un estado de nerviosismo tremendo.
3. Mi tercera entrevista de trabajo.
Mi tercera entrevista de trabajo ya era muy distinta. De hecho, prometía ser una entrevista de las que a mí me gustan, pues no eres tú el que va buscando el trabajo, sino la empresa la que ha venido a buscarte a tí, pero aún así, siempre hay algún capullo dispuesto a joder algo que debería haber sido más fácil.
Comiendo en un restaurante se acercó el dueño de una empresa de la competencia con halagadoras palabras. Me dijo que pasara por su empresa y que preguntara por él, pues quería negociar conmigo para que trabajara con ellos. Además me dijo esas palabras que tanto me gustan: «Ven, que estoy seguro de que las condiciones te interesarán».
Así que fui a la empresa y pregunté por el dueño, pero parece ser que estaba fuera. En la empresa estaban en proceso de selección. Es decir, había entrevistas de trabajo, por lo que salió a recibirme personalmente el entrevistador, el cual me preguntó si estaba allí por la entrevista de trabajo. Le respondí que sí, pero que yo iba a ver al señor X.
Esta persona se sintió como ofendida, diciéndome que el señor X no se encarga de la selección de personal, y que debía entrevistarme él. No quise insistir ni meter la pata diciéndole que había quedado personalmente con el dueño, por si el dueño… vete a saber qué. Así que accedí a entrevistarme con esta persona.
Tras decenas de preguntas mecanizadas, llegó la pregunta de: «¿Por qué deberíamos contratarle a usted?». No vacilé en responder: «Creo que ha habido un error, y la pregunta sería ¿por qué debería venir yo a trabajar con ustedes?».
En aquel momento, el entrevistador me miró como si hubiera matado a un familiar suyo y me hizo la fantástica pregunta: «¿Pero tú de verdad quieres trabajar aquí?». Yo le respondí: «No lo sé, deberán decirme las condiciones para ver si me compensa cambiar».
Así que me invitó a volver cuando lo tuviera más claro, antes de seguir dándome información, y yo realmente me sentí molesto por haberme hecho perder la mañana.
Estas han sido mis 3 entrevistas más surrealistas y que me sirvieron para no cometer los errores que estas personas cometieron para dejar escapar un profesional del sector que probablemente hubiera obtenido unos resultados muy positivos para la empresa.
En el caso del Corte Inglés también aprendí una lección, y es que si dejas entrar a un capullo en la plantilla de tu empresa, pueden asociar tu imagen a una empresa de capullos.
¿Alguien quiere contar alguna experiencia graciosa, incómoda o surrealista en una entrevista de trabajo? Puede ser bastante interesante conocer otras experiencias.
Ver también:  Cómo un contratiempo convirtió a BuzzFeed en una empresa de 1.500 millones.
A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

7 comentarios

  • Pues a mí me hicieron preguntas sobre mis orientaciones sexuales, tales como: tiene Ud. pareja estable? hetero?
    -Respuesta: No creo haber venido a un consultorio sexual verdad?
    -Mirada sobre los cristales de las gafas.
    -No, no respondo, por supuesto, a preguntas sobre mi vida privada.
    -De nuevo mirada incómoda, escrutinio visual, y cara de póker.

    El problema es que le dan la tremenda responsabilidad de contratar a quien, a fin y al cabo, va a llevar tu empresa, a malos entrevistadores, donde por estar en ese puesto piensan que son como privilegiados, etc. Patético…

  • Hola Carlos:

    Que "chistosas" historias cuentas de tu experiencia en las entrevistas, jajajajaja.

    Y tiene razón la persona que dice que es un cortejo de ambas partes, ya que a la empresa le conviene tener el recurso humano acorde con el trabajo que buscan y uno como trabajador, un lugar donde desarrollarse. En mi caso, que he tenido experiencias laborales tanto en el sector privado como en el público, ha sido por algún conocido que me ha recomendado, aunque nunca he quedado mal, he puesto mi mejor esfuerzo, ya que soy de la idea, de que si te han dado una oportunidad, no hagas quedar mal a la persona que tan amablemente te ha tendido la mano.

    Tal vez el proceso de contratación no es el adecuado, ya que debería realizarse a través de convocatorias, pero así ha sucedido y ni modos, algún día cambiarán las cosas.

    Con todas estas historias, se debería publicar un libro, que sería divertido leer, ya que, creo, que cada uno tiene una historia interesante que contar.

  • Jajajajajajajajja ajajajajajjajajajajajaj! Pero tu de verdad quieres trabajo?
    – que va, estaba paseando por la calle y me he dicho de entrar a hacer una entrevista aajjajajajajajajjajaja

    Me gusta mucho tu blog! Educacion financiera sobre todo! Ejemplos e historias reales también!

  • La mejor es la última. Las pocas entrevistas que he acudido las acabo con esa pregunta: "¿qué me ofrecen para que me interese trabajar con ustedes?", me miran con una cara de "qué se habrá pensado este parado de mierda que no tiene donde caerse muerto, lo voy a joder bien".
    Por suerte, hasta ahora (toco mucha madera), nunca me ha faltado trabajo.

    • Pues haces bien en preguntar eso. De hecho, siempre lo he visto una pregunta muy necesaria, ya que la empresa ahí debe venderse y mostrar cómo piensan, si quieren contar contigo para mucho tiempo, si ofrecen promoción real dentro de la empresa, etc.. son cosas que al menos a mí me gustaba saber, para poner el chip de "trabajo a largo plazo" o trabajo mientras sale algo mejor.

      Saludos!!

    • Efectivamente, las entrevistas de trabajo son un cortejo de parte y parte. Por mucho paro que haya, por mucho que una persona lleve desempleada y por mucho que nos hayan metido en el coco que es la empresa la que elige… ¡El candidato también elige, y necesita tener elementos de juicio para hacerlo bien!
      Por lo demás, de cuando trabajaba por cuenta ajena podría publicar una enciclopedia de entrevistas completamente absurdas; incluyendo un par de ejemplos de empresas que me vendieron una moto para, nada más llegar el día de mi incorporación, encontrarme otra cosa muyyyyy distinta.
      Yo no digo que no se cuezan habas en todas partes, pero ya es mucha casualidad que ciertas cosas solamente me las haya encontrado en España. Así nos va.

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