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Ken Segall: Steve Jobs no era un gilipollas, sino una persona extremadamente sincera al que le gustaban las cosas simples.

¿Y si a Steve Jobs realmente no se le iba la cabeza? ¿y si no era tan maleducado como dicen esos empleados que se sintieron agredidos verbalmente por este genio creador de la que ha llegado a ser la empresa más valiosa del planeta?

Sin duda, el autor Ken Segall, en su libro «Increíblemente simple; La obsesión que ha llevado a Apple al éxito«, muestra un punto de vista muy distinto de Jobs, proporcionando las piezas que personalmente me faltaban para entender ciertos comportamientos de esta persona.

Segall reconoce que las reuniones más duras, difíciles e incómodas de toda su carrera profesional han sido las que tuvo con Steve Jobs, pero le está muy agradecido por ello.

En su libro da a entender que Jobs realmente no era un tipo grosero, sino sincero. ¿Podría haber empleado otro lenguaje o comportamiento a la hora de decir las cosas?, desde luego, pero entonces ya no sería sincero y estaría empleando adornos en sus palabras, adornos que probablemente hubieran hecho que Apple hubiera sido una empresa mediocre.

Segall define a Steve Jobs como perfeccionista, implacable, muy exigente, y asegura que lo de insoportable, es muy cuestionable.

Aunque existen anécdotas de cómo Jobs ha llegado a insultar y despedir a un cargo de su empresa delante de todas las personas existentes en la reunión, afirma que son hechos aislados. Jobs tenía algo muy bueno, y es que era capaz de insultarte en una reunión un Martes porque consideraba que no habías realizado tus «deberes» en esa reunión, pero para el Miércoles conseguía hacer borrón y cuenta nueva con esa persona.

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El hecho de que Jobs te pusiera en el punto de mira, no era una sentencia a muerte en tu trabajo. Al día siguiente tenías la oportunidad de ser elogiado como si lo de ayer no hubiera ocurrido.

Las palabras que más han escuchado sus trabajadores, socios y proveedores han sido: «esto es una mierda». Si algo no era lo que Jobs esperaba, y consideraba que había muchas cosas que fallaban, él no perdía el tiempo en intentar explicar todos los puntos que fallaban. Era su forma más sencilla y simple de decirte que cambiaras completamente lo que le habías presentado, algo que no hacía perder el valioso tiempo de Jobs, según Segall.

Pero también nos recuerda que Jobs tenía la misma facilidad para poner nerviosos a sus trabajadores como para contagiar su alegría, entusiasmo y pasión, además de haber ayudado en todo lo que ha podido a sus empleados cuando éstos han tenido problemas tanto en el ámbito profesional como en el personal.

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Extremedamente sincero.

Cuenta Segall que cuando Next estaba remontando el vuelo, comenzó a entrevistar directores creativos para su campaña publicitaria. Fue cuando se presentó el creador de varias campañas publicitarias de Nike.

Aquel director creativo fue a la entrevista con un as en la manga, pues las campañas publicitarias de Nike tenían mucho éxito. De hecho, Nike era una empresa de mucho éxito. Pero Steve Jobs no quedó demasiado sorprendido por el trabajo que esta persona había realizado en Nike. De hecho, le dijo: «Tu trabajo en Nike únicamente consiste en no cagarla, mientras que Next es una empresa que necesita ayuda».

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Y efectivamente, con campañas publicitarias o sin ellas, Nike seguiría existiendo como empresa, mientras que Next necesitaba atraer al público. No obstante, finalmente Jobs decidió contratar a aquel director creativo, pero de entrada, Jobs fue extremadamente sincero a la hora de encargarse de que aquella persona que contrataba entendiera perfectamente la diferencia entre una cuenta que hay que mantener, y una cuenta que hay que hacerla despegar.

La claridad como herramienta fundamental en la empresa.

Para Segall, si las empresas usaran la claridad de Steve Jobs, no perderían tanto tiempo de correo en correo, pues en ocasiones, nos perdemos en palabras para decir que algo no nos gusta. Jobs lo hacía mucho más simple: «Eso me gusta, pero no me gusta el diseño. Cámbialo», o directamente: «Eso es una mierda. No vuelvas a traerme algo así».

Dice Segall que Jobs apreciaba la claridad por encima de las equivocaciones que pudieras tener por el hecho de ser claro. Asegura que si divagabas en una reunión, Jobs inmediatamente te cortaba, pues odiaba que las personas se fueran por las ramas ante una pregunta clara y directa.

Jobs sabía que no iba a ganar un trofeo a la persona más simpática y amable, pero sabía que harían algo grande, porque únicamente los grandes profesionales capaces de seguir este ritmo de trabajo y cultura de la claridad y simpleza, serían capaces de sobrevivir y hacer de Apple la empresa que con el tiempo fue.

¿El éxito de Apple?

Steve Jobs odiaba la complejidad. Debemos recordar que fue pionero en la idea de poner en las manos de las personas algo tan complejo como en aquel entonces eran los ordenadores. De hecho, en una época donde ya se hablaba de la importancia de la innovación, para Jobs, innovar no era crear algo más complejo que lo existente, sino todo lo contrario. Innovar era crear algo verdaderamente simple. Coger algo complejo y hacerlo tan simple que fuera verdadera innovación.

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El autor explica cómo el mundo vive continuamente librando una batalla entre la complejidad y la simplicidad, y que incluso Steve Jobs llegó a caer en el error de la complejidad, por suerte, únicamente momentáneamente.

¿Quieres tener éxito con una idea de negocio?, vete a lo simple, porque en lo complejo se encuentran la mayoría de los fracasos. De hecho, como ya hemos dicho en diferentes ocasiones, si no eres capaz de explicar tu idea de negocio en menos de 60 segundos y que todo el mundo la entienda independientemente de su cociente intelectual, aumenta la probabilidad de que no seas capaz de rentabilizar esa idea.

En definitiva, la claridad y la simpleza, según Segall, deberían estar implantadas en el corazón de toda empresa que quiera tener éxito.

A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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