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Colecciona momentos, crea momentos.

Hace mucho tiempo leí en algún sitio una frase que decía: «Ojalá vivas cada día de tu vida». Lo cierto es que no lo hacemos. En ocasiones, estamos tan obsesionados preparando nuestro futuro que se nos olvida disfrutar del presente, al igual que esas personas que dedican tanto tiempo a trabajar su cuerpo y su aspecto que finalmente no disfrutan ni de su cuerpo ni de su aspecto, más bien lo sufren.

He dicho muchas cosas en Negocios1000, un portal que cada vez intento hacerlo más personal, buscando lo contrario a lo que otra gente busca: no quiero dar la imagen de que tras estas líneas hay un gurú de lo que sea, o un experto tremendamente analítico en diversas materias. Ante todo, hay una persona de carne y hueso, que padece y ha padecido, y que en ocasiones también puede descarrilar.

Una persona que ha tenido buenos maestros en lo profesional y en lo personal, probablemente los mejores maestros que se podían tener. Y tampoco voy a caer en la falsa humildad: soy un desastre para muchas cosas, pero soy increíblemente bueno en unas pocas cosas. Y por eso hago esas pocas cosas.

Aunque algunos no lo crean, personalmente, no me mueve una obsesión por el dinero o hacerme rico. De hecho, en más de una ocasión le he respondido a algún lector que mi meta no es hacerme rico, aunque sí lograr cierta libertad financiera, algo que cada vez está más cerca. Si en el camino me hiciera rico, tampoco renegaría de esa condición, pero que quede claro que cada vez soporto menos a las personas que únicamente las mueve el dinero.

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Cuando murió mi mejor amiga, socia, y madre profesional,  lo llevé lo mejor que pude, e incluso continué abarcando todo lo que antes abarcaba. A fin de cuentas, eso le enseño a la gente: a enfocarse en las cosas buenas y mirar únicamente los motivos que nos mueven hacia delante. A avanzar a pesar de los duros golpes de la vida.

Pero una noche estaba en un Pub, e inconscientemente salí a llamar a Victoria. Cuando estaba marcando su número caí en la cuenta de que nadie cogería el teléfono. Se me pasaron por la cabeza todos los recuerdos, batallas y buenos momentos que pasamos juntos. Y creo que fue en ese preciso momento cuando supe que ya nada de eso iba a volver.  Me derrumbé. Aun así, continué los posteriores días, en apariencia, con total normalidad, pero en mi interior, haciendo un esfuerzo que me estaba consumiendo. Comencé a tomar malas decisiones y comencé a tener un pésimo control de mis propias emociones.

Entonces me pregunté qué consejo me daría Victoria en esta situación. Y estaba bien claro.

Así que cancelé prácticamente todos los compromisos profesionales que tenía, dejé otros compromisos en manos de mis dos «pupilas», y decidí tomarme unas semanas sabáticas. Ese es uno de los motivos por los que habéis visto menos publicaciones en estas últimas semanas. No han sido 100% vacaciones, pero sí que me he quitado bastante carga de encima durante este tiempo.

He vuelto a disfrutar de los momentos que te proporcionan las personas. Una filosofía de vida que siempre ejecuté, y que por un tiempo olvidé, tanto en lo profesional como en lo personal.

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Y es que algunas personas que hoy te están dando excelentes momentos, mañana podrían no estar. Y no estamos hablando de una muerte, pues es aplicable al término de las relaciones, donde algunas personas se aferran a la pérdida, en lugar de recordar esos excelentes momentos y buscar la forma de crearlos con otras personas. En último término, tú eres también un creador de momentos. De hecho, puedes ser el «momento» de otra persona.

Del mismo modo, en lo profesional, aunque debamos tener metas de largo plazo, he preferido saborear cada escalón. He disfrutado de cada negociación, de cada pequeño éxito. Y es que un gran éxito es la suma de pequeños éxitos. Pensar únicamente en el objetivo grande, puede incluso generar estrés y hacernos olvidar que podemos disfrutar de esos pequeños momentos.

A fin de cuentas, nuestra labor es hacer ahora aquello que debamos hacer de la mejor forma posible. Y a ser posible, disfrutando de ello. Si adquieres esa filosofía de vida en la próxima llamada que debas hacer a un cliente, en la próxima reunión que tengas, e incluso en ese café que estés tomando con un/a chico/a, disfrutarás de esos pequeños momentos, y eso te llevará a crear muchos más momentos.

Ésto es una especie de pensamiento en voz alta y también mi forma de decir que ya he vuelto…más cansado, aunque con la mente más despejada.¿Qué me he perdido?

A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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