Este fin de semana leía una publicación de José Elias, editor de Eliax.com, un blog dedicado al tema de la fotografía. En él se contaba la historia de María/Masha Sandari, una chica de 15 años que le pidió a su madre un iPod. Su madre no quiso comprarle el iPod, pero le compró una cámara de fotos, un regalo que en principio a la joven no le hizo mucha gracia.
Claro que después ocurrió algo «grandioso», y es que la joven tenía un talento increíble para la fotografía. Así lo constatan algunos expertos del mundo de la fotografía. Los trabajos fotográficos de esta joven ya están dando la vuelta al mundo, pues muestran madurez, profesionalidad y un toque de maestría, hasta el punto de que muchos ya predicen que escucharemos hablar en un futuro de esta chica (como podemos comprobar, ya se está hablando en el presente).
Lo cierto es que yo no entiendo nada de fotografía, aunque antes de escribir este artículo sí que he hablado con algunas personas que se dedican a este sector, y todas ellas han argumentado lo mismo, y es que la chica tiene un talento asombroso.
No obstante, y hablando desde mi ignorancia en el tema del arte, siempre he escuchado que en cualquier tipo de arte, en las obras del artista se muestra la personalidad y sentimientos del propio artista. Lo que me hace preguntarme el por qué esas fotos son tan tristes o siniestras, pues lo cierto es que algunas de ellas parecen las portadas de ciertas películas de terror.
Podéis ver sus trabajos en los siguientes enlaces: