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Alexandra Abraham (DripCatch): Emprendedora por accidente.

En mayo de 2010, Alexandra Abraham estaba trabajando en un restaurante de Washington cuando resbaló por culpa del suelo mojado, cayendo de espaldas y dándose un buen batacazo. La caída no fue grave, y de hecho, Alexandra, más que herida, estaba molesta, ya que es una situación que se da en la mayoría de restaurantes.

Se calcula que únicamente en Estados Unidos, los resbalones en restaurantes y cafeterías provocan 2.000 millones de dólares en demandas cada año. Por regla general, el agua siempre procede del mismo sitio: el lavavajillas, ya que es necesario que las plataformas donde introducimos los platos, vasos y cubiertos, sean abiertas, para que el agua pueda entrar tanto desde arriba como por abajo. Cuando sacamos la bandeja, por muy bien escurrida que esté, siempre cae agua al suelo, con los correspondientes restos de detergentes que suelen ser aún más resbaladizos.

Como siempre decimos, las mejores ideas de negocios suelen venir de necesidades o problemas a las que podemos darles una solución. En el caso de Alexandra, tras pensar en la solución, finalmente se le ocurrió una sencilla idea.

Al no encontrar ninguna solución ante este problema, diseñó la suya propia, que fue una bandeja de plástico cubierta donde colocar la bandeja del lavavajillas una vez ha terminado de lavar. La idea pareció absurda a mucha gente, aunque un gerente de una cadena de restaurantes vio muy útil ese producto, ayudando a esta chica emprendedora a recaudar 80.000 dólares para comenzar a fabricar su producto.

No fue fácil comenzar este negocio, y según cuenta Alexandra, no sabía si sería capaz de convencer a los dueños de restaurantes de la utilidad de este producto en el que ella creía firmemente.

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Al principió encargó la fabricación de las bandejas a un fabricante chino, con el cual tuvo muchos problemas, hasta que esta emprendedora presentó sus bandejas (DripCatch) en una Feria dedicada a la hostelería, donde al acabar la feria consiguió vender 600 bandejas, lo cual llamó la atención de un fabricante de Washington, el cual se comprometió a fabricar las DripCatch a un precio más económico que el fabricante chino.

Su invento apareció en Forbes y en algunas revistas especializadas, por lo que el negocio facturó en 2012 cerca del millón de dólares, gracias a un buen trabajo de calle y una cadena de distribución por todos los Estados Unidos. DripCatch ya está preparado para dar el salto al resto del mundo.

Como podemos ver, a veces no hay que inventar la cura para la malaria, y se pueden crear negocios muy rentables con un simple invento de plástico.

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A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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