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30 aniversario de Trading Places, una de las mejores películas de Wall Street con un mensaje en clave.

No sé si recordaréis la película «Trading Places«, o «Entre pillos anda el juego» en España» o «De mendigo a millonario» en algunos países latinos. En junio de 1983, Dan Aykroyd y Eddie Murphy protagonizaban una de las películas que consiguió abrir el apetito por la bolsa entre el público. 4 años más tarde salía Wall Street, la cual ya consiguió aumentar considerablemente el número de personas que querían dedicarse a ser brokers.

Como normalmente suele ocurrir, todas las películas cuya temática es la bolsa, finalmente el tema de la bolsa es sólo un condimento más que se suele pasar muy por encima, pero en el caso de Trading Places, si analizamos el argumento y vemos «entre líneas», hay una respuesta a una gran pregunta.

Carátula de Trading Places, película protagonizada por Dan Aykroyd y Eddie Murphy

Para aquellos que no han visto la película, resumimos el argumento: «2 hermanos millonarios octogenarios que dirigen una casa de valores de éxito discuten sobre si el éxito de una persona, su carácter y sus actitudes…  ¿vienen predeterminados por la naturaleza o es debido a la crianza?. Es decir, ¿si cambiamos a un rico poniendo en su lugar a un pobre, podría el pobre tener el mismo éxito que el rico?. Ambos hermanos hacen su apuesta. Cogen a un vagabundo (Eddie Murphy) y le dan un puesto de directivo en la empresa, mientras cogen a su «chico de éxito»(Dan Aykroyd), le acusan falsamente de robo y le despiden.


En muy poco tiempo, el vagabundo se hace muy exitoso dentro de la compañía, mientras el rico se viene abajo y se convierte en un alcohólico»





¿Por tanto, nuestras cualidades vienen del entorno en el que nos movemos o por el contrario vienen determinadas desde el día que nacemos?. ¿Existen puestos de trabajo aparentemente muy complicados y excelentemente pagados que cualquiera podría hacer si le damos un poco de preparación?

Ver también:  Discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford. Motivación

Aunque en este caso hablamos de una película, lo cierto es que hay muchas personas con un talento enorme que están esperando que les den una oportunidad para desarrollarlo y demostrar lo que valen. Por otra parte, muchas empresas están llenas de personas demasiado mediocres dentro de los puestos de directivos. ¿Por qué les sigue manteniendo la empresa?, por el mismo motivo por el que en 20 años aún no han cambiado el logotipo de la empresa (pereza, miedo al cambio, cariño…). ¿por qué la persona talentosa no consigue tener éxito por sí sólo?. En ocasiones, un talento por sí sólo no es nada y se necesita a alguien que nos guíe en la forma de potenciar ese talento.
Dan Aykroyd y Eddie Murphy en Trading Places
(Leer: El talento. ¿Se nace o se hace?)

Vamos a dividir el mundo en 2 tipos de personas: los perdedores y los ganadores. Los ganadores no tienen miedo de perderlo todo, sino ambición para ganar más, pero pueden perderlo todo por cientos de motivos. Los perdedores tienen miedo de perder lo poco que tienen. Irónicamente, los perdedores tienen ese miedo en lugar de tener la esperanza de que pueden ganarlo todo. Esto me recuerda a una vieja frase: «Una persona que no tiene nada que perder es una persona que lo tiene todo por ganar».

Claro que puedo contar con dos experiencias reales otro factor que desmontaría esta teoría, al menos de una forma generalizada.

 En 1999 conocimos a un vagabundo el cual nos contó su historia. Perdió su trabajo,  cayó en el alcohol y jugó con las drogas. Su novia o mujer le dejó y desde entonces decía que la mala suerte le perseguía. Lo contratamos en nuestra empresa de vendedor, le compramos un par de trajes, camisas y zapatos, y le dimos alojamiento compartiendo piso con otros comerciales. Durante 2 meses todo fue bien y parecía que funcionaba. El tercer mes, cuando consiguió tener unos buenos ingresos, volvió a caer en las drogas, nos hizo un pequeño desfalco en la empresa y no volvimos a saber de él hasta que años más tarde lo vimos nuevamente de vagabundo.

Ver también:  Consejos de ventas para no comerciales. Técnicas sencillas.

Tuvo su oportunidad, le pusimos delante la buena suerte y aún así no la aprovechó.

En el año 2000, un antiguo jefe mío quebró la empresa y se quedó endeudado. En 2005, ya estaba nuevamente en el mundo de los negocios a lo grande con más de 15 trabajadores en nómina. En 2009 volvió a quebrar debido a la crisis. En 2013 vuelve a tener una empresa con 5 trabajadores y con potencial de continuar creciendo y contratando.

Probablemente el éxito no sea naturaleza ni crianza, sino una cuestión de mentalidad. Mi ex-jefe es una persona íntegra y mentalmente indestructible. No importa cuántas veces caiga, pues finalmente saldrá a flote. A nuestro vagabundo no importa cuántas oportunidades le demos, ya que siempre acabará fastidiándola.

Sólo hay una diferencia entre uno y el otro. Uno quiere tener éxito y está dispuesto a conseguirlo. El otro probablemente no quiera tener éxito, y en caso de que lo quisiera, está claro que no está dispuesto a hacer nada para lograrlo.

A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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