motivaciónTodo

Realmente existe el miedo al éxito; así finalizó la historia de Leo, el vagabundo que pudo cambiar su vida.

En Septiembre de 2013, me conmocionaba por la historia de Patrick McConlogue, un joven programador que un día quiso dar la oportunidad de sacar de la calle a un vagabundo. Aquel joven se acercó a Leo, un vagabundo que veía a menudo de camino al trabajo, y le dio 2 opciones para elegir: por un lado podía coger 100 dólares, y por otro lado, podía enseñarle a programar código para desarrollar aplicaciones, en cuyo caso, colaborarían los dos.

El vagabundo escogió la segunda opción, y todos los medios de comunicación hablaron de ello. De hecho, la publicidad de la historia ya hacía que la aplicación fuera todo un éxito. Y por tanto, esta historia tenía todos los ingredientes para hablar del antes y el después de un vagabundo convertido en un emprendedor y probablemente en un millonario.

Y efectivamente, la aplicación tuvo mucho éxito y generó ingresos, pero Leo seguía durmiendo en el banco del parque donde McConlogue lo encontró. Leo tenía acceso al dinero, pero nunca llegó a tocarlo.

En mayo de 2014, McConlogue dijo en una entrevista a Business Insider que Leo debía encontrar la forma de abrirse una cuenta bancaria o similar para poder pasarle el dinero que le correspondía, pero que si en un año no lo hacía, se vería obligado a donar ese dinero que no le correspondía.

La fecha límite se acerca, y el portal Mashable ha contactado con ambos emprendedores para ver sus progresos.

McConlogue sigue siendo un ejecutivo y emprendedor de éxito, mientras Leo sigue siendo un vagabundo. La aplicación que crearon ya está muriendo y Leo ya no quiere seguir creando aplicaciones. De vez en cuando coge algún trabajo ocasional de soldador.

Ver también:  Como se enteren que estoy hablando por Facebook, me echan. Y lo echaron.

Cuando le preguntaron a Leo el por qué no había seguido o por qué no quería seguir, Leo respondió:

«La vida. Porque usted ya sabe, la vida. Las cosas que hay que hacer. Tienes que hacer ésto, tienes que hacer lo otro.»

Y lo cierto es que Leo no tiene mucho que hacer salvo que estar mendigando en un parque.

¿Es el miedo a la oportunidad, al éxito?

Muchos psicólogos han hablado de este tipo de problema, que parece más común de lo que pensamos. Fue Abraham Maslow el que llamó a ésto como «El complejo de Jonás», refiriéndose al miedo de nuestra propia grandeza, miedo a hacer cambios en nuestra vida aunque estos cambios sean para mejor.

Aunque en una explicación más convencional, podríamos decir que las personas somos capaces de «tragar mierda hasta que nos guste y no cambiarla por caviar» o «vivir en la mierda hasta que ésta se convierta en nuestra zona de confort».

No es el primer caso de intentar sacar a una persona de la extrema pobreza, ayudarla y encontrarse con que realmente esa persona no tiene ganas de salir de ella.

Es por eso que hago una distinción entre un vagabundo y una persona sin hogar, aunque estas palabras pudieran sonar duras, pero…

Por regla general un vagabundo es una persona que lleva la vida que él mismo ha provocado, y una gran mayoría de ellos, ya no querrían abandonarla. En cambio, una persona sin hogar, es alguien que se ha visto en esta situación por un revés de la vida, y está deseando volver a su anterior vida o que alguien le ayude para mejorar. Digamos que este segundo caso (la persona sin hogar) es un vagabundo temporal.

Ver también:  Para salir de la crisis ... "Chuches" por favor.

Y creo que podemos sacar una moraleja de esta historia, y es que sabiendo que el miedo al éxito, el miedo a nuestra propia grandeza, es una realidad que existe al menos en la parte extremadamente baja de la sociedad, ¿estamos seguros de que no somos víctimas de este complejo cuando tenemos un proyecto en mente y no lo realizamos?

¿Y si realmente no es el miedo al fracaso lo que nos impide pasar a la acción, y es precisamente todo lo contrario; el miedo al éxito o el miedo a abandonar nuestra zona de confort sobre una mancha de mierda a la que nos hemos acostumbrado?, cuestión de pensarlo.

En este caso, Leo tuvo la oportunidad de salir de una vida que debería odiar, pero decidió no aprovechar esa oportunidad que probablemente muchas personas están deseando que se la den. Del mismo modo, queda demostrado que una persona, al despertar una mañana, independientemente de cuál sea su situación, ese día puede decidir ser otra persona completamente distinta, aprender cosas nuevas, aspirar a algo más… pero para ello, hay que dejar atrás los actos y pensamientos que nos metieron en la zona de la que queremos salir.

A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.