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El impacto de la suerte en los negocios de éxito. A fondo.

¿Existe realmente la suerte en los negocios?

¿Es la suerte la que hace que una empresa tenga éxito o fracase? 

Mark Zuckerberg (Facebook), al igual que los fundadores de Google (Larry Page y Sergey Brin), cometieron graves errores de emprendedores.

Zuckerberg decidió crear una plataforma muy similar a la que dominaba el mercado en aquel momento (MySpace) y lanzarse sin un plan de negocio a crear su empresa. Llegó a coger dinero de los inversores para seguir manteniendo la infraestructura de «algo» que no estaba generando beneficios. Intuía que tenía entre manos algo bueno, pero no sabía cómo monetizarlo. De hecho, no sabía si podría sacarle rentabilidad.

Es un caso típico de emprendedores que no saben hacia dónde se dirigen, y por tanto, aquello hizo que Facebook fuera un rotundo fracaso. De hecho, un fracaso muy predecible. Sin un plan, había fracasado incluso antes de comenzar.

Al igual que Facebook, Google creó un buscador algo mejor que lo existente, pero los buscadores no eran un negocio rentable, por lo que intentaron venderlo por algo menos de 1 millón de dólares, y como era más que evidente, a los potenciales compradores les pareció algo verdaderamente caro, pues nadie apreciaría una ligera mejora en un buscador, así como sería verdaderamente dificultoso rentabilizar dicho buscador.

Y aquello provocó el fracaso de una compañía que se hacía llamar Google. Hasta el nombre era feo y poco comercial.

Esta es una aproximación a la explicación que hubiéramos recibido de los expertos de las escuelas de negocios para ponernos como ejemplo lo que nunca debemos hacer en la creación de un negocio si Google y Facebook hubieran sido un fracaso en lugar de ser dos de las empresas cotizadas más rentables del momento.

En retrospectiva podemos explicar tanto un éxito como un fracaso.

Podemos ver los errores que cometieron los emprendedores, así como las buenas decisiones que tomaron una vez que sabemos que tuvieron éxito.

De esto hablaba Nassim Taleb en su recomendable libro «El cisne negro«, donde él tiene claro que tanto Google como Facebook, así como prácticamente cualquier empresa tecnológica, deben su éxito a un único factor: la pura suerte. Y es algo que vamos a ver a fondo.

Las acciones que te conducen al éxito son exactamente las mismas que te conducen al fracaso.

Lo cierto es que las acciones que un emprendedor toma, y que le elevan hacia la cima del éxito, son exactamente las mismas que lo hunden hacia el fracaso. El problema, según el ganador del premio Nobel, Daniel Kahneman, es que únicamente podemos saber si las acciones son buenas o malas, en retrospectiva.

En su libro «Pensar Rápido, pensar Despacio«, dedica varios capítulos magistrales a este tema, a lo que él denomina el sesgo del resultado. Y es que en retrospectiva podemos explicar cualquier cosa, aunque estemos siendo víctimas de ignorar nuestra propia ignorancia.

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Supongamos que un gerente de una gran empresa toma una decisión arriesgada, y provoca un aumento en la facturación de la empresa. Los medios hablarían de este gerente como un visionario, una persona que no teme al riesgo y con una increíble habilidad para los negocios.

Ahora supongamos que esa misma decisión arriesgada sale mal, provocando una caída de los beneficios. En este caso, se hablaría de este gerente como un irresponsable y un fiasco para la dirección de compañías; como un loco imprudente.

El caso es que, para tener éxito, vas a tener que asumir riesgos, y cuando se asumen riesgos, en ocasiones salen bien (eres muy bueno en los negocios), y en ocasiones salen mal (eres un gilipollas y sin talento para los negocios).

Pero no hay que tergiversar estas teorías más que comprobadas en psicología, pues es indudable que estamos hablando de personas con talento, y que tomarán decisiones arriesgadas. Si los resultados de esas decisiones salen bien, hablarán de ellos en los libros de negocios, y serán un ejemplo de cómo hay que gestionar una empresa. Si esas decisiones tienen un mal resultado, nadie hablará de ellos o, se les pondrá como ejemplo de lo que no hay que hacer.

Es por eso que en los consejos para nuevos emprendedores hay muchos que se contradicen entre sí. La explicación es porque los consejos de las personas de éxito son idénticos a los que en su día dieron otras personas que acabaron fracasando en los negocios.

Visto de esta forma, cobra sentido la teoría de Kahneman cuando éste dice que el éxito es el fruto de la habilidad más un poco de suerte, mientras que un gran éxito es el fruto de un poco más de  habilidad más mucha más suerte.

Una persona prudente que no asume riesgos, tanto si hablamos de emprendedor como de gestor de un negocio, pasará a la historia como una persona mediocre en su campo, mientras que aquélla que asume riesgos, pasará a la historia como un visionario (si sus decisiones fueron acertadas) o como un fiasco (si sus decisiones provocaron resultados nefastos).

Fabricando gurúes.

Si hace unos días explicábamos cómo fabricar un «falso experto» en unos pocos días usando únicamente los indicadores de credibilidad, el hecho de ser considerado un gurú en un campo concreto, y más específicamente en la inversión, suele fabricarse de una forma muy similar, únicamente usando a su favor un poco de suerte. Y en su defecto, estadística y probabilidad.

Imaginemos este sistema que emplean los «canta-señales» de la bolsa. Imagina que tu profesionalidad se mide por el número de aciertos en la inversión, donde únicamente debes adivinar si una acción, antes de la presentación de resultados, va a subir o va a bajar.

Coges a 200 personas, y a 100 de ellas le dices que va a subir; a las otras 100 les dices que va a bajar. Acertarás, por tanto, con un 50% de esas personas. La próxima vez, de esas 100 personas con las que acertaste, haces la misma operación: le dices a 50 que una acción va a subir y a las otras 50 que va a bajar.

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En estos momentos, 50 personas han visto cómo has acertado dos veces seguidas. Haciendo lo mismo una tercera vez, en este caso acertarás con otras 25 personas. y 3 veces seguidas de aciertos, ya no son vistas como suerte. Por tanto, esas 25 personas te considerarán un gurú y no tendrían problema en poner en tus manos todo su capital para que lo gestiones.

Luego ya puedes jugar con el resto, excusándote en los motivos por los que tu predicción falló, siendo las excusas más comunes algún hecho imprevisto que torció tu buena visión. En cualquier caso, ya puedes escribir un libro explicando tu método de inversión para acertar en la bolsa y vencer al mercado.

Y lo cierto es que darás ciertos consejos al resto de inversores que serán similares a los que dan aquellos otros inversores que pierden dinero, porque hay una regla inviolable en el mundo de la inversión, y es que los inversores más activos, pierden de media más dinero.

Por eso el Value Investing sigue siendo el único método de inversión que genera dinero de forma consistente a los inversores en el largo plazo. El problema es que genera menos rentabilidad anual que lo que prometen aquellos otros inversores que dicen ganar mucho más dinero, pero que por regla general, tienen el método ideal para perder dinero.

Otros, como aseguran que es el caso de muchos de los grandes gestores de fondos de inversión, aprovechan una racha de 3 años de buenos resultados para generarse una buena reputación. Tras los buenos resultados obtenidos en el pasado, entran nuevos inversores y se encuentran con que ya no consiguen generar esas altas rentabilidades. El por qué ocurre ésto, es lo que Daniel Kahneman explica en su libro «Pensar rápido, pensar despacio«, cuando habla de la «regresión a la media».

Y es que según Kahneman, los que lo han hecho mucho mejor que la media, suelen hacerlo peor después, y los que lo hicieron fatal, lo hacen mejor en próximos años.

Volvamos a los negocios: Podemos añadir más suerte a nuestra vida usando las «tasas base».

Las «tasas base» es otro concepto que aparece en los estudios psicológicos, y que Kahneman explica también en su libro. Para explicar lo que son las tasas base y que todo el mundo lo comprenda de una forma sencilla, lo haremos con varios ejemplos similares a los que Kahneman usa.

«En una ciudad donde hay 85 taxis de color verde y 15 de color azul -85% de taxis verdes y 15% de taxis azules-, en caso de que un taxi atropelle a una persona y se dé a la fuga, la policía, a falta de un testigo, sabrá que es más probable que el protagonista del atropello haya sido un taxi de color verde, pues si no tenemos nada más, es más probable al haber muchos más.

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Si introduces la mano en una urna buscando una pelota roja entre pelotas amarillas, aumentarás las probabilidades de sacar una pelota roja cuantas más pelotas rojas haya. Es decir, es estadísticamente improbable que saques una pelota roja si en la urna había 1.000 pelotas amarillas, y únicamente 2 pelotas rojas, de la misma forma que tendrías un 50% de probabilidad de sacar la pelota roja si en la urna hubiera 500 pelotas amarillas y 500 pelotas rojas.

Pues bien, el éxito en los negocios, aún reconociendo que existe el factor suerte, consiste en aumentar las tasas base. Es decir, ir incrementando el número de pelotas rojas en una urna en la que hay también pelotas amarillas: pelotas del éxito y pelotas del fracaso.

La habilidad es importante e incorpora «pelotas del éxito» a la urna. El conocimiento del mercado también incrementa estas tasas base. El rodearte de personas idóneas, el trabajar duro, el trabajar inteligentemente y el elaborar estrategias, incrementan las pelotas del éxito, lo cual puede dejarnos una urna de 1000 pelotas, con un total de 800 pelotas del éxito y 200 pelotas del fracaso. Y lo has hecho todo bien, pero aún haciéndolo lo mejor que has podido, puedes coger una pelota amarilla.

El éxito es estadístico.

De cada 10 nuevas empresas que se crean en internet, 8 fracasan. Y a muchas personas, estas cifras les crean pánico. Léelo de otra forma. Tienes una urna con 10 pelotas, donde 8 son amarillas y 2 son rojas. Coge pelotas hasta que des con una roja.

De aquí viene la importancia de seguir intentándolo después de fracasar. Según Kahneman y el estadístico Nassim Taleb, los emprendedores que han tenido éxito después de fracasar, no deben ese éxito a haber aprendido de los fracasos (al menos no en su totalidad), sino que más bien se deben a la pura estadística y probabilidad. Cuantos más intentos, más probabilidad.

Claro que ponemos la estadística a nuestro favor cuanto más aumentemos esas tasas base con nuestra actitud, aptitudes, habilidades, etcétera.

Es por eso que se dice que en los negocios, únicamente debes acertar una vez para tener un gran éxito. El resto sólo es coger pelotas amarillas.

Para elaborar este artículo he unido los conceptos que he aprendido de los libros:

A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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