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9 datos psicológicos que debes saber sobre ti mismo y tu cerebro.

Seguimos conociéndonos a nosotros mismos y a nuestro cerebro con esta nueva serie de datos psicológicos reveladores. Otros artículos de esta serie lo forman:

1. Tu cerebro está tan ocupado cuando duermes como cuando estás despierto.

Hoy día sabemos que cuando dormimos, el cuerpo entra en un proceso de regeneración, como si fuera una «puesta a punto» para reparar daños. Pero la gran duda era «qué hace exactamente nuestro cerebro cuando dormimos».

Matthew Wilson llevó a cabo una investigación con ratas de laboratorio a las que comenzó a medir su actividad cerebral mientras corrían por los laberintos buscando una salida. Para sorpresa de este investigador, cuando las ratas estaban dormidas, descubrió que su actividad cerebral era prácticamente la misma que cuando corrían por el laberinto.

A través de sus experimentos, Wilson elaboró una teoría no sólo para las ratas, sino para las personas también: Cuando duermes y cuando sueñas, estás consolidando tus experiencias del día y añadiendo nuevos recuerdos, haciendo nuevas asociaciones de la información procesada durante el día. El cerebro decide qué va a recordar y qué dejará ir de la memoria.
Es por eso que el viejo consejo de dormir bien por la noche antes de un gran evento o un examen importante, resulta ser sólido. Si quieres recordar lo que has aprendido de una forma más sólida, lo mejor que puedes hacer es ir a dormir.


2. Las personas que confían en los demás son más felices.

Si quieres saber si una persona es realmente feliz, intenta medir su grado de confianza en el resto de personas. Es una medida que según el investigador Eric Weiner, no falla. Este investigador viajó por el mundo en busca de respuestas sobre la felicidad, encontrando que Islandia estaba en la parte superior de la felicidad, mientras que Arabia Saudita estaba en la parte inferior.

Si la gente confía en sus familiares y amigos, en la justicia y en su gobierno, la felicidad está servida. Por eso, según la psicología, los extrovertidos son más felices que los introvertidos; los optimistas son más felices que los pesimistas, y las personas casadas son más felices que los solteros, aunque pueda parecer lo contrario.

3. Las personas son más felices cuando están ocupadas y se enfrentan a desafíos.

Aunque la mayoría de las personas podrían pensar que desean tranquilidad, y no desafíos, lo cierto es que la falta de desafíos en la vida, provoca una enorme infelicidad. Digamos que si no tienes desafíos, no tienes objetivos por los que luchar.

Por otra parte, el estar ocupado, te aleja de la infelicidad. Ponemos un ejemplo:

Imagina que acabas de aterrizar en el aeropuerto y tienes que caminar 12 minutos para recoger tu equipaje. Al llegar, allí está tu equipaje.

Ahora considera este escenario. Aterrizas y tienes que caminar 2 minutos para recoger tu equipaje. Llegas y tardan 10 minutos en entregarte tu equipaje.

Ver también:  Los mejores consejos que recibieron 9 personas de éxito en los negocios.

A pesar de que en ambos casos vas a tardar 12 minutos en recoger tu equipaje, en el segundo supuesto, te sentirás impaciente, como si te estuvieran haciendo perder el tiempo. Es la diferencia entre estar esperando y estar ocupado llegando.

Por tanto, estar haciendo algo es mucho mejor que no estar haciendo nada. Por eso, debes estar siempre en movimiento, o de lo contrario, te irás volviendo cada vez más perezoso. Y los perezosos, son más infelices que aquellos que están en movimiento.

(Ver: 10 factores psicológicos de las personas de los que puedes sacar ventaja)

4. El tiempo promedio para formar un hábito es de 66 días.

Podemos incluir nuevos hábitos y desechar viejos hábitos. Supongamos que quieres inculcar el hábito de leer cada día, hacer ejercicio, comenzar a madrugar más, o dejar de perder tanto tiempo en Facebook.

Dicho de otra forma, adquirir un hábito significa que quieres hacerte más disciplinado, y la disciplina, por regla general llega comportándote como si ya fueras disciplinado hasta que un día, ese hábito forme parte de ti.

Según el investigador Philippa Lally, las personas que quieren cambiar hábitos de alimentación (hacer dieta), dejar el tabaco o la bebida, necesitan de media 12 semanas, aunque debemos decir que es más fácil incluir un nuevo hábito que desechar un hábito antiguo.

De hecho, cuando se trata de abandonar un viejo hábito, la mayoría de personas fallan al no saber que por regla general, al dejar el viejo hábito, hay que incluir un nuevo hábito que le sustituya. 
Por ejemplo, si quieres quitarte el hábito de levantarte tan tarde, deberás incorporar el hábito de acostarte más temprano. Si quieres desprenderte del tabaco, probablemente debas recurrir al ejercicio para paliar el estrés. (Ver: 6 motivos por los que puedes fallar a la hora de cambiar malos hábitos)
Cuando se habla de incluir un nuevo hábito, y más si se trata de una nueva habilidad, en realidad, podemos hacerlo de una forma mucho más rápida. Ahora bien, en la construcción de un hábito, hay que tener mucho cuidado con saltarnos algunos días hasta que no esté totalmente construido ese hábito.
5. Somos víctimas de la ceguera selectiva.

El psicólogo Richard Wiseman acuñó este término llamado «ceguera selectiva o ceguera por falta de atención». La idea es que nuestro cerebro pierde grandes cambios en su entorno por estar pendiente a un pequeño cambio.

Échale un vistazo a este corto vídeo y así tendrás más claro de lo que hablamos:
¿Cuántas veces te has detenido a enfocarte tanto en las cosas malas de la vida que has llegado a perderte todo lo bueno que te rodeaba?¿Y si te enfocas en la solución y no tanto en los problemas?
Como puedes apreciar, todos esos consejos cliché, cobran sentido cuando visualizas lo poderoso y, al mismo tiempo, tonto, que puede ser nuestro cerebro.
6. Nuestros recuerdos pueden ser alterados con acontecimientos posteriores al recuerdo.
Nuestros recuerdos no son fijos. Al menos no en la forma en que son percibidos. Es decir, cuando recordamos un evento o un acontecimiento, nuestro cerebro lo visualiza como si se tratara de una película, pero esa película puede cambiar con el paso del tiempo. Y no es que estemos alterando el pasado. Es mucho más simple.
Por ejemplo, si asistes a una boda, con los años puedes recordar a los asistentes, cómo iban vestidos los invitados, con quién hablaste y quién pasó más tiempo a tu lado, incluso quién te caía bien y quién te caía mal. ¿Esos recuerdos son fijos? Puedes apostar a que no.
Esos datos se van alterando cada vez que pasa el tiempo y volvemos a recordar el evento. La memoria se puede alterar con acontecimientos posteriores a ese evento. Por ejemplo, pudo asistir un primo o un amigo íntimo, el cual recordabas como una persona que te hizo reír durante la boda.
Pero con el paso de los años, tu primo o tu amigo íntimo te falló y demostró ser un capullo. Ahora, cuando piensas en aquel recuerdo de la boda, la percepción sobre tu primo cambio, y probablemente aquellos buenos momentos que pasaste con él en la ceremonia, con el paso de los años, y los eventos posteriores, ahora son recordados como el «payaso» de tu primo que contaba chistes malos y además iba borracho.
Por tanto, en tu película cerebral, existen dos eventos diferentes: en el original, tu primo te hizo pasar un buen rato, mientras que en la edición posterior, tu primo era capullo.
El cerebro también tiende a mezclar y/o rellenar algunas lagunas de tus recuerdos. La investigadora Elizabeth Loftus llegó a esta conclusión a través de varios estudios con testimonios de testigos presenciales de un accidente. Su versión de los hechos (de sus recuerdos) cambiaba en función del paso del tiempo y a medida que interactuaban con los implicados.
7. La multi-tarea no existe.
Suele usarse esa broma de que los hombres no pueden hacer dos cosas a la vez, pero lo cierto es que las mujeres tampoco pueden. De hecho, nadie puede. Claro que estamos hablando de multi-tarea mental.
Se puede hacer una tortilla y escuchar música, pero no puedes hacer una tortilla mientras estudias. O te equivocas con la tortilla o no se te quedará nada de lo que estudies.
la investigación muestra que sólo podemos hacer una tarea cognitiva a la vez. Sólo podemos llevar a cabo una actividad mental a la vez. No puedes estar hablando de coches y leyendo sobre barcos. No puedes estar escuchando a alguien y estar leyendo.
La única excepción a esta regla es combinar una tarea física que hemos hecho muy a menudo (ya está mecanizada) con una actividad mental. Por ejemplo, de pequeños aprendemos a andar, y eso nos lleva a poder andar y hablar al mismo tiempo.
Pero la investigación también muestra que quizás no sea una excepción en sí, pues está demostrado que si caminas mientras hablas por el teléfono móvil, aumenta la probabilidad de que no seas consciente con el entorno, y que puedas tropezar con alguien o algo.
Es por eso que ahora, cuando las empresas piden a los empleados que deben ser multi-tarea, en realidad, lo que provocan son empleados que no hagan bien ninguna de las dos tareas. Gran error.
8. La gente dice que quiere más opciones, pero realmente no quiere más opciones.
Si le preguntamos a alguien si le gustaría poder elegir entre 3 modelos diferentes de productos o entre 30, la mayoría te dirá que quiere elegir entre 30, pero lo cierto es que a más opciones, menos probabilidad de comprar, al saturar el cerebro y dificultar la toma de decisiones.
La neurociencia aplicada a las ventas (neuroventas), aconseja a los vendedores a no dar tantas opciones a los clientes, aunque éstos las pidan, pues te quedarás sin vender. Y no sólo sirve al vendedor, sino que es un favor que se le hace al propio cliente.
De ahí viene esa nueva moda de productividad, donde algunas personas de éxito han reconocido tener únicamente dos tipos diferentes de trajes, o como en el caso de Mark Zuckerberg, llevar siempre la misma camisa. De esa forma evitan pensar qué se van a poner para ir al trabajo. Es una decisión menos, y por tanto, un cerebro más relajado.
9. Somos víctimas del error fundamental de atribución.
La mayoría de nosotros juzgamos a una persona a pesar de no tener información sobre su situación. Por ejemplo, si vas caminando por la calle y se te cae una carpeta llena de papeles -éstos se desparraman por todo el suelo-, y pasa una persona a toda prisa esquivándolos, pero sin detenerse a ayudarnos, podríamos mirarle y pensar: «qué poco cortés es ese tipo».
Si sube una anciana a un autobús, y vemos a un joven que no le cede el asiento, podríamos decir que el joven es muy poco educado.
¿Pero y si….? Quizás el hombre que no se detuvo para ayudar a recoger los papeles llegaba tarde al juzgado, o llevaba 10 minutos de retraso para una importante reunión. Quizás el joven que no cedió el asiento a la anciana, acababa de salir del hospital tras una operación en una rodilla.
La gente no lleva un cartel en su cara diciendo lo que les sucede. Una persona muy seria y cortante de cara al público podría haber perdido a un familiar la noche anterior, y un dependiente que se pone muy pesado para venderte algo, podría estar a punto de ser desahuciado de su casa si pierde el trabajo por no cumplir su objetivo de ventas.
Por eso, independientemente de cómo sean los demás, nuestra función es dar siempre lo mejor de nosotros mismos, ser amables y dar nuestra sonrisa. Y sobre todo, no perder el tiempo en juzgar a las personas que no conoces.
A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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