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El misterio del pueblo donde la gente sólo moría de vieja y que debería hacernos reflexionar.

En 1882, los habitantes de un pueblo italiano llamado Roseto Valfortore, comenzaron una emigración masiva hacia la tierra de las oportunidades (Estados Unidos). Una vez allí, se dividieron y se establecieron en distintas zonas, pero nos centraremos en la mayor comuna de rosetinos y que inicialmente bautizaron como Nueva Italia.

Más adelante, cambiarían el nombre de aquel pueblo de Pensilvania por el de Roseto. Aquel pequeño pueblo trajo de cabeza a los investigadores médicos, pues fue un médico llamado Stewart Wolf el que observó que en aquel pueblo, las personas tenían un índice de mortalidad extremadamente bajo, y donde no recibían a pacientes menores de 65 años con problemas de corazón, teniendo en cuenta que las enfermedades cardiovasculares eran la primera causa de muerte en los Estados Unidos en aquella época.

El sentido común de la medicina decía que era imposible ser médico y no encontrarse a pacientes menores de 65 años con problemas cardíacos.

La investigación de Wolf comenzó en 1961, y comenzaron a recopilar los certificados de defunción de los residentes de Roseto, remontándose tantos años atrás como pudieron, reconstruyendo las genealogías familiares de los habitantes de Roseto.

La investigación fue muy clara: ningún rosetino menor de 55 años había muerto de un infarto ni mostraba ningún síntoma de afección cardiaca. Y para habitantes mayores de 65 años, la tasa de mortalidad por enfermedades cardiovasculares era la mitad de la media estadounidense.

Dicho de una forma más clara, en aquel pueblo, la gente moría sólo de vieja.

Fue entonces cuando Wolf quiso descubrir el motivo, pensando que aquel secreto de longevidad podría encontrarse en su estilo de vida, en su nutrición, en algo que tomaban, pues desde el punto de vista médico, aquello no era nada normal.

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Lo que Wolf observó a simple vista es que en aquel pueblo, nadie se suicidaba, no había drogadicciones, ni alcoholismo, ni apenas delincuencia.

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En la búsqueda del misterio.

Wolf, en primer lugar, quiso saber cómo se alimentaban los rosetinos, pensando que podrían conservar una nutrición especial de sus antepasados y llevar una alimentación equilibrada.

Pero no fue el caso. Los rosetinos cocinaban con manteca de cerdo en lugar de acéite de oliva. Ni siquiera habían mantenido la receta original de las pizzas de sus antepasados italianos. Los rosetinos de Pensilvania comían pizzas de pepperoni con salchichas, salami, jamón…

Por lo tanto, cuando los investigadores expertos en nutrición observaron que el 41% de sus calorías procedían de las grasas malas -aquellas que no se recomiendan para la salud cardiovascular- rápidamente descartaron que el buen estado de salud de aquel pueblo se encontrara en la alimentación.

Los rosetinos tampoco se levantaban por la mañana para hacer yoga o meditar, ni salían a correr 10 kilómetros. De hecho, no hacían apenas ejercicio. Entre sus hábitos también se encontraba el tabaco, y muchos de ellos eran obesos.

Desconcertado, Wolf tenía que buscar otra explicación que no se encontrara en la dieta y el modo de vida sano, cosa que era inexistente en Roseto.


¿Será algo que hay en aquellas colinas que los protege de enfermedades, el agua que beben, el aire que respiran…?

Tampoco se sustentó esta teoría, debido a que bebían el mismo agua que los otros pueblos cercanos que se encontraban en aquellas mismas colinas, con la misma vegetación y el mismo aire (evidentemente).

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Wolf Pensó en que podría tratarse de un factor genético heredado de sus ancestros, pero se vio en otro callejón sin salida cuando vio que el resto de rosetinos instalados en otras poblaciones, triplicaban las tasas de mortalidad del «Roseto de Pensilvania».

No era la dieta, no era el ejercicio, ni la genética, ni la situación geográfica…

Medica y científicamente, Wolf ya había agotado todos los recursos para descubrir el misterio del excelente estado de salud de los rosetinos.

Encontró el secreto de Roseto observando a los rosetinos.

Wolf comenzó a dejar de investigar a los rosetinos, y comenzó a pasear por las calles de Roseto. Los habitantes de aquel pueblo eran únicamente felices. Se paraban a hablar entre ellos por las calles, reían entre ellos, se apoyaban. Tenían un sentimiento de la familiaridad entre ellos. No había soledad.

Los rosetinos que habían tenido éxito no hacían alarde de su riqueza, y a los que habían fracasado en sus intentos, no se les criticaba; se les apoyaba. Estaban aislados de las presiones del mundo moderno. Dicho de otra forma, los rosetinos estaban sanos por ser de donde eran y por estar rodeados de quienes estaban rodeados. Habían creado su propio mundo, donde el concepto de felicidad era distinto al concepto de felicidad que existía una vez salías de Roseto. Comidas familiares donde se podían ver hasta tres generaciones de rosetinos. Eran felices.

En 1961, esta teoría causó el escepticismo de la comunidad médica, pues la medicina analiza al ser individual con sus patologías y hábitos individuales, pero olvidaban que para abordar el misterio de Roseto había que analizar a la comunidad en general y su comportamiento entre ellos. Ser felices y no aislarse de otros seres humanos, hablar de otros temas que no nos causen estrés y mantener los lazos familiares, parece que finalmente fue la teoría que cobró sentido en la comunidad médica para explicar que estas personas sean más longevas.


En la actualidad, el problema puede ser aún peor.

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Vivimos en la época donde la depresión y el estrés parece una epidemia, e incluso en la época de los mayores avances tecnológicos, hoy día estamos usando esa tecnología para distanciarnos entre nosotros. Hablamos más por Facebook y Whatsapp que cara a cara con las personas.

Incluso estropeamos las reuniones familiares llevando los dispositivos electrónicos a las mesas. Nuestros amigos, ahora se cuentan en Facebook, y hoy día, a pesar de que podemos relacionarnos mucho mejor que antes con otras personas, no lo hacemos.

Es por eso que al igual que los habitantes de Roseto tenían el secreto de la felicidad, baja delincuencia, cero problemas de drogadicción, entendemos que nosotros, hoy día tenemos el secreto de la depresión, el estrés y las drogadicciones, así como el alcoholismo forma parte de nuestra sociedad. Y es normal, porque hoy día hemos creado un modo de vida del que constantemente tenemos la necesidad de escapar.

Para la realización de este artículo hemos usado como fuente el libro  «Fueras de Serie«, escrito por Malcolm Gladwell.

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A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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