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¿La vida es injusta? Puede que tergiverses el sentido de la justicia.

La mayoría de las personas que piensan que la vida es injusta, han llegado a esa conclusión de la misma forma: comparándose con otras personas. Pero incluso si queremos rizar el rizo de la ironía, esas otras personas con las que se comparan, probablemente también piensen que la vida es injusta al estar comparándose a su vez con otras personas.

Ante todo, y aunque ésto no le guste escucharlo a la mayoría de la gente (y voy a ser repetitivo), hoy estás donde tú has decidido estar, donde tus actos te han llevado. Si tienes un trabajo que no te gusta, es el trabajo que tú elegiste. Si tienes una mala relación, fue la que tú elegiste. Y si sigues metido en un hoyo, es sencillamente porque tú has decidido entrar en ese hoyo. Incluso puede que sigas haciendo más profundo ese hoyo por decisión propia. Pero hay buenas noticias.

La vida es una competición, pero no la competición que crees.
Si tienes una empresa, hay otras empresas que quieren sacarte del negocio. Si tienes un trabajo, alguien querrá que te despidan para hacerse con él. Alguien cobra más que tú en la empresa haciendo mucho menos de lo que tú haces. Alguien con muchas menos habilidades que tú ha tenido mucho más éxito en la vida.
Alguien tiene una mejor casa que la tuya, un mejor coche, más amigos en Facebook, más tiempo libre para su familia, etc… siempre habrá alguien que tenga más, y tu sentido de la justicia en la vida únicamente lo obtendrás comparándote con los demás. 
Y es cierto, en los negocios, en el trabajo, en la vida, siempre estamos compitiendo: competimos en una entrevista de trabajo, nuestro negocio compite con otros negocios, y nunca hay que dejar de competir, pues mientras estés en la competición de la vida, es señal de que estás haciendo algo.
Pero la única competición que debes ganar es contra ti mismo. Debes dejar de compararte con los demás por un momento, y centrarte en superarte a ti mismo cada día, es decir, cada día ser mejor que ayer, pero no tan bueno como lo serás mañana.
Si estás metido en un hoyo, no te compares con la gente que está fuera del hoyo, sino por lo cerca que cada día estás de salir de ese hoyo. No compares tus ingresos con los de tu vecino. Busca la forma de que cada mes, ganes más dinero que el mes anterior. Y con tu negocio igual: hazlo crecer cada año. Olvida a tu competencia. Haz que las ventas y beneficios de tu negocio únicamente compitan con las cifras del año anterior. 
Sólo así se mide el progreso y crecimiento personal y profesional. Sé cada vez mejor.
Si alguien te va a juzgar, que ese alguien sea «tú mismo»
Puede que la sociedad no te compense por muchas cosas que haces. Por ejemplo, un investigador del cáncer está peor pagado que un colaborador de los programas de tele-basura, una modelo y un jugador de fútbol. Si ese investigador comenzara a pensar en la justicia en términos cuantitativos, probablemente se le quitarían las ganas de seguir investigando las posibles curas y tratamientos del cáncer.
Ese investigador, por suerte, no compara «a cuánto pagan sus conocimientos y habilidades» en comparación con las habilidades de otras personas. Más bien piensa en qué hace por la sociedad y por el mundo. Hoy tenemos avances médicos que han inventado personas de las que la sociedad apenas ha oído hablar. Pero esas personas, cuando van a dormir, saben quiénes son, y lo que han hecho por el mundo: un mundo que no les ha recompensado debidamente por su trabajo si los comparamos con otras personas.
En teoría, la sociedad debería recompensar a una persona según el impacto positivo que esa persona genera en el mundo, tanto si se trata de curar un tumor, o arriesgar su vida para sacar a un niño de una casa en llamas. Pero en la práctica, no funciona de esa forma. Le damos 50 millones anuales más o menos a un jugador de fútbol que pertenece a una las industrias que más dinero mueve en nuestro país, sin ser conscientes de que 1 de cada 3 personas tendrá cáncer en los próximos 10 años. 
Y quizás la solución a ese inminente problema (aumento de los casos de cáncer) está en un chaval que no puede pagarse los estudios o en un tipo que ante la falta de financiación de estudios científicos y recortes en ciencia se ha visto obligado a dejar la investigación que estaba llevando a cabo. 
En último término, la honradez y el crear un impacto positivo en el mundo es lo único que nosotros debemos juzgar, aunque nadie más lo aprecie, sin comparaciones con otras personas. En un mundo que en cierto modo se ha vuelto loco, la única forma de mantener la cabeza en nuestro sitio es estar orgullosos con nuestros propios actos.
¿Por qué la vida no es justa?
La vida no es que sea justa o injusta. La vida es como es, y depende de nuestra percepción e incluso de lo que consideremos justicia. Así es la vida:
Aparentemente, el esfuerzo se recompensa, pero eso no es del todo cierto. En algún momento de la vida, dedicaste semanas a estudiar muy duro, pero suspendiste el examen. ¿Una injusticia relacionada con la suerte

Te esforzaste en el trabajo, trabajaste muy duro y obtuviste muy buenos resultados, pero el ascenso no te lo dieron a ti, incluso cuando llegó la hora de despedir a gente en la empresa, te echaron a ti, dejando a otro que se esforzó menos y obtuvo peores resultados. 
Eres un buen tipo, o una buena chica, honrada/o, honesto/a, fiel, y quieres a una persona de verdad, pero esa persona no lo aprecia y acaba rechazándote. ¿La vida no es justa? Así es la vida. Y no saber que estos episodios forman parte de la vida, hace que tengamos un sentido de la justicia ilusorio.
¿Por qué la vida no puede ser justa para todo el mundo?
¿Cómo sería un mundo totalmente justo? Todo el mundo quiere tener éxito en la vida, y si le damos a elegir a la gente, nadie escogería sufrir. Pero la vida no puede ser justa por unos motivos muy lógicos.
Dos luchadores salen a combatir y ambos quieren ganar, pero para que uno gane, el otro tiene que perder. Para que varias empresas funcionen, varias empresas deben fracasar, para conseguir ese puesto de trabajo, 100 aspirantes al trabajo deben ser rechazados. 
Para que un hombre conozca al amor de su vida, esa mujer debió darle negativas a otros hombres que se sintieron rechazados.
En un mundo justo, las relaciones acabarían cuando ambos miembros de la pareja murieran el mismo día y a la misma hora, y tampoco veríamos morir a nuestros familiares. No existiría la enfermedad.
Asume la vida tal y como es.
La muerte forma parte de la vida, y probablemente sea lo más justo de la vida, pues nadie escapa a la muerte. Eso nos recuerda que sólo tenemos una vida, y que no hay que perder tiempo con las quejas y problemas que no nos llevan a ningún sitio.
Tendrás días buenos, días malos y días peores, y éstos últimos existen para que aprecies los días buenos. 
Tendrás desengaños amorosos para que cuando aparezca la persona correcta, sepas corresponderla y apreciarla como es debido.
Te quedarás sin trabajo para que encuentres algo mejor o des rienda suelta a tu creatividad y habilidades creando tu propio negocio. 
Tendrás fracasos, para que aprendas de ellos con lecciones prácticas que te ayudarán a encontrar el camino del éxito.
Perderás seres queridos, para que sepas lo importante que es dedicarle tu atención a las personas que quieres cuando aún viven.
Esa es la vida, y los altibajos que sufrirás son como el monitor de una sala de quirófano; mientras no esté plano, es señal de que estás viviendo.
Pero hay un problema… quieres una vida justa, pero… ¿eres justo con la vida?
Probablemente, después de haber vivido injusticias en tus relaciones, donde diste y no recibiste lo mismo, ¿sabrás apreciar y corresponder a esa persona que llega y se entrega a ti por completo, otorgándole la justicia que pedías para ti?
Cuando tengas un fracaso, ¿te harás algún bien viniéndote abajo sin aprovechar la experiencia del fracaso para intentarlo de nuevo?
Si pierdes tu trabajo, ¿darás rienda suelta a tu creatividad emborrachándote cada día y compadeciéndote de ti mismo por lo injusta que es la vida? En ese momento, no estarás siendo justo con tus seres queridos mostrando esa actitud derrotista.
En la mayoría de los casos, pedimos un mundo más justo, ¿pero somos justos con el mundo?
A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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