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Debemos separar la cáscara de la pipa.

«Separar la cáscara de la pipa» es una expresión que siempre he usado para explicar determinadas cosas con respecto a las personas y situaciones. Como todos sabemos, una pipa tiene cáscara (parte desechable y no comestible) y la sustancia interior o pipa (la parte comestible que es lo que buscamos). Por regla general, todas las personas, aunque algunas no lo parezca, si dejamos de fijarnos en la cáscara, podemos aprovechar esa pipa. Claro que también hay otras personas que son pipas vacías, que serían esas en las que confías, y una vez las pelas, no hay nada en el interior. Eran todo cáscara.

El ser humano, así como el cerebro, científicamente es una de las máquinas más complejas que se han creado, y muchos de nosotros actuamos con total y absoluta simpleza. Si queremos ser más inteligentes, más eficientes e incluso tener más éxito aprendiendo de personas, deberemos aprender a separar esa cáscara de la pipa.

Pongo varios ejemplos para tratar de explicar a dónde quiero ir a parar.

Hace tiempo publicaba un artículo sobre lo que la mafia nos enseña en los negocios, pues la mafia tiene un modelo de negocio, es una empresa como otra cualquiera y sus gerentes tienen unos principios. Por supuesto que su producto y método no es legítimo, pero son una empresa. Esto me llevaba a «discutir» con algunas personas en las redes sociales (más que discutir, a recibir todo tipo de críticas). Algunos decían que la mafia no les podía enseñar nada. «Te equivocas, pues si consigues separar la cáscara (olvidar que los consejos provienen de la mafia), te lo pueden enseñar todo». De hecho, a Louis Ferrante, un ex-capo de la mafia, se lo rifan en las escuelas de negocios.

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¿Significa que Robert Kiyosaki, a raíz de ejecutar su estrategia de declararse en quiebra para no pagar una demanda, sus libros ya no nos podrían enseñar nada?. Desde luego que no, haga lo que haga Robert Kiyosaki, su libro Padre Rico, Padre Pobre, es y seguirá siendo uno de los mejores libros para abrir la mente de las personas con respecto a su educación financiera. Si Kiyosaki mañana cometiera el mayor desfalco de la historia, yo seguiría aconsejando que su libro sea de lectura obligatoria en el colegio.

Del mismo modo, Woody Allen decía: «Las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas», y a los dos minutos de poner esta frase en Facebook, aparecían las primeras personas que decían que Woody Allen tampoco les podía enseñar nada, ya que se casó con su hija. Desconocía que Woody Allen se hubiera casado con su hija, y sinceramente, por mí como si se ha acostado con su abuela, ya que si la frase es buena, coherente y da un buen consejo aprovechable, lo que haya hecho el Señor Allen, es la cáscara, y nosotros podemos aprovecharnos de su parte más «comestible», que como la mayoría de las personas, también la tienen.

Hace 9 años asistí a una conferencia sobre inversiones. No voy a decir el nombre de los conferenciantes para no generar polémica. Símplemente diré que a aquella conferencia venía un considerado gurú español y 3 chicos menos conocidos.

Para mi punto de vista, el supuesto gurú soltó únicamente gilipolleces y la gente aplaudía como posesa, y en cambio, uno de los otros 3 chicos explicó ciertas cosas que pude aplicar a mi método de inversión en bolsa y que me dieron un excelente resultado. La mayoría de los asistentes fueron porque venía este «gurú», que para mí fue decepcionante y muy pocos asistentes prestaron la debida atención al resto de chicos.

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No va conmigo eso de «cría fama y échate a dormir». Hay personas que con 30 años son todo pipa, y una vez tienen éxito, van creando demasiada cáscara.

En cierto modo, debemos aprender a escuchar los mensajes, ideas y consejos de algunas personas, y en ocasiones no perder demasiado tiempo en analizar de quién viene el mensaje, sino si el mensaje tiene sentido o no.

En resumen: Todas las personas nos pueden aportar algo, del mismo modo que todas tienen sus taras. Ni todas son todo cáscara (salvo nefastas excepciones) ni todas son todo pipa (salvo honrosas excepciones). Debemos aprender a reconocer, distinguir y aprovechar este concepto en cada una de las personas que se cruzan en nuestro camino, bien sea en los negocios, las inversiones o en la vida en general.

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A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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