Hay algunas diferencias notables entre ser un jefe y ser un líder. Cualquier persona pude convertirse en jefe, pero muy pocas llegan a considerarse verdaderos líderes.
Los buenos jefes se preocupan por la empresa, así como por sus clientes y proveedores. Pero lo más importante, es que se preocupan por el segundo activo más importante que tiene una empresa: los empleados. ¿Y cuál es el primer activo? El cliente, pues sin clientes, no hay negocio ni empleados.
Jeff Haden lo tiene claro: los buenos jefes se preocupan por conseguir cosas importantes. Los jefes excepcionales se preocupan por su gente, y de esa forma consiguen cosas importantes.
Es por eso que los buenos jefes, según Haden, dan a todos los empleados:
Los trabajadores necesitan libertad de actuación. Si no perciben un control constante, dejan volar su imaginación, y con ello surgen multitud de ideas innovadoras dentro de la empresa.
Recordemos que el Director de Recursos Humanos de Google incluía esta práctica entre las dos únicas cosas que servían para retener el talento en la empresa.
( Ver: 9 cosas tan sencillas como extraordinarias que decir a la gente de la empresa cada día)
Los buenos jefes hacen esas criticas constructivas en privado, no delante de clientes ni otros compañeros, ya que, regañarle delante de clientes o compañeros les puede causar vergüenza y, a la larga, inseguridad, lo que puede repercutir en su rendimiento. Y de paso indica muy mala educación y ética por parte del jefe.
Este artículo está basado en la publicación de Jeff Haden, aparecida originalmente en Inc.com, adaptada y ampliamente modificada por Negocios1000.com