Si en la primera parte, Charlie Munger nos daba su opinión sobre las inversiones activas y pasivas, en este caso nos da su visión (y la que ha empleado Berkshire Hathaway) sobre la diversificación a la hora de invertir o lo que Munger define como concentración da capital en acciones.
Para aquellos que ya han leído los consejos de inversión de Warren Buffett, ya imaginaréis que para Munger la diversificación excesiva también le parece una forma de protegerse contra la ignorancia, pero Munger nos los explica para que lo entendamos perfectamente.
Damos por hecho que cuando invertimos, debemos estudiar una empresa a fondo, entender su modelo de negocio, apreciar su valor como compañía y reconocer sus perspectivas de futuro. Puesto que cuanto más sepamos sobre la empresa en la que vamos a invertir, mayores posibilidades de acertar en la inversión tendremos, más vale saber mucho de unas pocas empresas que saber un poco de muchas empresas.
Munger nos dice que una de las cosas más notables que tienen los inversores de éxito es que «apuestan» muy pocas veces. Es muy simple. Prácticamente nadie tiene un talento para saberlo todo acerca de todo todo el tiempo, pero ocurre que a través del duro trabajo y dedicación al análisis de una compañía, en ocasiones podemos encontrar una clara oportunidad (una compañía con potencial a precios bajos). Los inversores sabios e inteligentes apuestan muy fuerte cuando se encuentran con esa oportunidad, y el resto del tiempo, sencillamente no están apostando (invirtiendo). Es así de sencillo.
En la gestión de inversiones prácticamente nadie opera de esta manera, cuando lo cierto es que la concentración de capital en unas pocas acciones es la clave para conseguir excelentes rentabilidades.
La idea de la diversificación en exceso es una locura.
La diversificación en exceso, según Munger, por regla general incluye la inversión en empresas mediocres, por lo que sólo nos garantiza resultados mediocres.
Munger y Buffett aseguran que el número de valores que se deben tener en propiedad para reducir el riesgo de cartera dentro de una diversificación coherente sería de 10 acciones o 15 como máximo. Ya el propio Benjamin Graham hablaba de que había que tener entre 10 y 30 acciones, aunque según la historia de Graham, el año que más diversificó fue el año que entró en pérdidas, ya que muchas de sus acciones mediocres incluidas por la necesidad de diversificación ante una situación de crisis, restaron prácticamente todos los beneficios a las grandes compañías que Graham tenía en cartera.
Munger nos asegura que los inversores que usan el tipo de inversión de Berkshire, tienden a diversificar menos que el resto de los inversores, afirmando que los actuales académicos han hecho un flaco favor a los inversores glorificando la idea de la diversificación, volviendo a repetir que antes de diversificar en una gran cantidad de acciones, sería mucho más rentable invertir en un fondo de índice, pues incluso los gastos y comisiones serían menores.
Munger comenta que incluso ha conocido a inversores de firmas de capital riesgo que también parten de la idea de la diversificación y han invertido pequeñas cantidades de dinero en 200 proyectos de emprendedores, dando lo justo a esas 200 empresas en lugar de apoyar generosamente a los proyectos con más posibilidad. Si se hace en plan ONG la idea suena bien y los emprendedores deben estar agradecidos, pero si se invierte para ganar dinero, es un grave error, ya que las estadísticas dicen que más de la mitad de esos proyectos no sobrevivirán, por lo que parte de ese dinero que has tirado en un alto porcentaje de proyectos, le podrían haber asegurado el éxito a otros proyectos cuya trayectoria se veía mucho más clara.